9.21.2008

no necesito nada...

Inmersa en la intensidad con que había acontecido todo hasta ese instante, no había reparado en la ponderosa decoración kitsch de la habitación, entonces, la loba se volvió ciervo. Cuando el único sonido venía del letrero de neon que indicaba la entrada al lugar, todo era calma y luz. Recostada en la pared mis piernas se aflojaron haciéndome caer secamente al piso. No sentí dolor, tampoco me dolían las manos, pero sangraban; y, en el intento lento pero ansioso de agarrar la botella de pisco, encontré mis dedos anudados por infinitos hilos tensos de pelo negro. Nudo de dedos y pelo que terminó por volcar la poca cantidad de bebida que quedaba, me rendí. Mi mano abatida respondió sacando del bolsillo la caja de cigarrillos. El lobo supuestamente había devorado al ciervo y acababa por comerse otro ciervo más manso. Mordí un cigarrillo mientras manos se atacaban una a otra cual si fueran fieras. Me saqué el rouge de los labios con mis hombros y miraba la escena como si me estuviese complaciendo. Arrancaban los pelos de su contrincante hasta volver a quedar en sangre... pero sin pelo. La sangre del ciervo herido. Los dos se mataban pero no me importaba. A duras penas encendí el cigarrillo y fue cuando vi los restos de piel bajo mis uñas, sonreí con satisfacción. Pero pude pararme y fue entonces cuando el ciervo acabó con el lobo y no precisamente con fuerza, el lobo ya estaba herido de antes. Mi presa estaba desecha. Volví a mirar a mi alrededor, la habitación era un reguero de sangre y me invadió una carcajada malcriada. El aire estaba muy denso, el olor era a flores muertas. Me saqué las botas y salí a acostarme sobre el piso tibio del pasillo. La noche me enseñó la claridad. Por momentos siento la necesidad de llevar la crueldad al máximo, por otros, el amor más fuerte y rabioso oprime mi pecho, no me deja respirar; y al primer momento de lucidez, me acomete la duda de que todo es fingido. El cielo inmenso, el sonido del cartel y una serpiente cascabel junto a la tuna. Fuera de la habitación todo se volvía grosero y torpe. Volví a entrar y prendí la radio, "no te va a gustar” cantaba algo de no necesitar nada...

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